La tarde del pasado 18 de marzo, la Gestora al frente de la Hermandad de Coronación sorprendía al colectivo cofrade almeriense con la ...

Las decisiones que no sabemos tomar



La tarde del pasado 18 de marzo, la Gestora al frente de la Hermandad de Coronación sorprendía al colectivo cofrade almeriense con la decisión de no bajar al centro de la ciudad a realizar Estación de Penitencia. La razón que les ha llevado a tomar esta decisión es la siguiente: faltan costaleros.

¿Qué os parece?

El asunto tiene miga y da para enfocarlo desde perspectivas muy diversas. Así que vamos a analizarlo. Pero, para hacerlo, antes es necesario despersonalizarlo. Aunque la noticia haya saltado desde el barrio de Los Molinos, olvidemos que estamos hablando de Coronación. No se trata de juzgar la decisión ni, por supuesto, de matar al mensajero. Imaginemos que hablamos de cualquier hermandad, de cualquier barrio, incluso del centro. Imaginemos que Prendimiento, Estudiantes o Angustias llegan un día con la misma noticia: “No tenemos costaleros, no vamos a hacer Estación” (Independientemente de que pensemos en si estas hermandades tomarían esta decisión; Solo supongamos la decisión).

Lo primero que chirría es que el cuerpo de costaleros condicione el devenir de una procesión. Supongamos que tenemos costaleros pero no tenemos penitentes, supongamos que tenemos costaleros pero no tenemos música... ¿Qué pasa entonces?

Lo explico poniendo más ejemplos...

La Hermandad del Calvario entró en Carrera Oficial por primera vez en 2017 y lo hizo con una nómina bastante escasa de penitentes. No es la única: al Santo Sepulcro le hemos visto también procesionar con muy pocos penitentes (aunque su cortejo es bastante singular y se rellena fácilmente) y el Amor también ha tenido años de filas muy justas. Por otro lado, la Hermandad del Encuentro procesionó en 2003 sin música...

¿Qué pasó? Quien tenga buena memoria responderá sin problemas: que todas, y siempre, han pasado por Carrera Oficial.

Pero, si faltan costaleros... ¿Tenemos licencia para no hacerlo? ¿Y esto es bueno, o es malo? ¿Es admisible que una hermandad cree esta diferencia entre sus propios hermanos? ¿Son los costaleros hermanos de primera y los penitentes y demás miembros del cortejo hermanos de segunda? Es una discriminación en un colectivo religioso de iguales y, como toda discriminación, es muy peligrosa.

Los argumentos en defensa de la decisión no son absolutos. Lo lamento por quienes piensen que sin paso no hay procesión pero, en realidad, no es así: sin penitencia no hay procesión. ¡Sin Dios no hay procesión! Todo lo demás es accesorio y, en situaciones extraordinarias, es modificable. Lo mismo que una hermandad puede salir sin música porque no hay dinero para los músicos, puede salir con ruedas si no hay costaleros o con andas más pequeñas y excepcionales si las ruedas no son acoplables al paso y al itinerario. Incluso, por ser excepcional, se puede recurrir a la ayuda de otras tres, cuatro o cinco cuadrillas completas de otras hermandades y hacer, de un problema, una celebración.

Es decir, quien quiere hacer Estación de Penitencia y llegar a Carrera Oficial, llega y la hace.

Pero, vayamos más allá, ¿Qué pasa con las obligaciones al ser una hermandad agrupada que procesiona los días santos?

A bote pronto sabemos que, quien no pasa por Carrera Oficial, no cobra subvención; La Hermandad de la Unidad -que está agrupada y, durante un tiempo, la cobró- dejó de cobrarla precisamente por no pasar por el Paseo. Pero, además, si lo de no pasar por Carrera Oficial ocurre dentro de los días santos debería ser sancionable. Estamos cansados de escuchar que, si una hermandad llega tarde a Carrera Oficial, hay que sancionarla. ¿Y qué pasa si, lo que hace, es no llegar?

En 2012, las hermandades del Perdón y de la Soledad decidieron no pasar por Carrera Oficial después del tangai que se montó con lo del Paseo y no se les sancionó. Siendo tan blandita la justicia de la agrupación, sería lógico pensar que, si una hermandad aduce que “no puede llegar”, tampoco sería sancionada independientemente de lo justificable que sea su afirmación pues, el argumento definitivo, es la falta de costaleros.



Es cierto que la caridad cristiana debería movernos a ser compasivos y misericordiosos. Y que, si hay que comprender que una hermandad tiene dificultades, se comprende y se le ayuda. Solo que, la verdad, no es que se ayude, es que se consiente. Malcriamos a niños consentidos: la agrupación consiente a sus hermandades y las hermandades consienten a sus costaleros. Y, en ninguno de los casos, se está ayudando realmente; Ni ayudando, ni educando. No se puede educar cuando practicas la incoherencia.

La prueba está en que, a la hermandad que haga de su capa un sayo, la agrupación no le sancionará, como nunca se sanciona a nadie, pero tampoco cobrará la subvención. Y saldrá en procesión cuando le dé la gana a pesar de que, al estar agrupada y no pasar por Carrera Oficial, debería salir en las vísperas.

La prueba está en que hay hermandades dispuestas a salir en procesión aunque ello implique realizar un itinerario diseñado bajo un principio de discriminación que establece que, en el cortejo, unos hermanos valen más que otros.

No podemos llamarnos hermanos, ni agrupados, cuando no pensamos ni como hermanos, ni como un grupo.

Decía hace unos párrafos que no quería personalizar esta reflexión en el caso concreto de Coronación, aunque haya sido el “asunto Coronación” el que la ha suscitado. De hecho, si hubiera sido cualquier otra hermandad la que hubiera tomado misma la decisión, el resultado final habría sido el mismo. No se trata de condenar al que toma la decisión, sino de examinar las decisiones que tomamos.

Y hay decisiones que todavía no sabemos tomar. Estoy señalando la luna, no te vayas a quedar mirando el dedo...

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