(Infografía realizada por Pepe Leyva) Decía Antonio Burgos en su pregón de la Semana Santa de Sevilla del año 2008 que "no hay nad...

Los carteles

(Infografía realizada por Pepe Leyva)

Decía Antonio Burgos en su pregón de la Semana Santa de Sevilla del año 2008 que "no hay nada más hermoso que ver un palio alejarse". Y así lo repetimos los cofrades como un mantra. Pero parece que ni los fotógrafos de Almería ni las juntas de gobierno se han enterado.

Llegó la Cuaresma y se han presentado infinidad de carteles de hermandades que llenan las calles de nuestra ciudad en un sinsentido que nos envuelve, como una costumbre que no sabemos ni de dónde viene ni adónde va.

Me decía un amigo el otro día que vaya gasto más absurdo hacen las cofradías: a los capillitas no nos hacen falta y los profanos les da igual, puesto que no saben ni qué imagen ni qué hermandad es la que sale ahí (y tampoco le importa). Pero esa es harina de otro costal.

De las veintitrés hermandades que procesionan en Almería durante las vísperas y la Semana Santa, todas menos una editan cartel cofrade. De esas veintitrés, diecisiete sacan a la calle un paso con María Santísima (palio o no). Y de esos diecisiete pasos de Virgen, diez han protagonizado los carteles de sus hermandad. Estamos hablando, señores, de casi un 60 %, a lo que hay que sumar no ya su carácter mariano, sino el casi calco en cuanto a la fotografía. Y es que en Almería parece que se cambia la frase y lo más bonito es ver un palio venir de frente.

Y es que no habrá cosas para fotografíar de un palio que no sea esa delantera: unas jarras, el arreglo floral, el manto, detalles, la propia cara de la Virgen, sus manos, etc. Pero no. Que si no quieres caldo, toma dos tazas.

La pregunta es sencilla: ¿quién tiene la culpa de eso? Supongo que, como todo en la vida, estará repartida en varios frentes. Por un lado, los fotógrafos. Sí. Esos entes de luz que discurren por medio de los cortejos y que se cabrean enormemente cuando una cofradía saca una pintura como cartel. Y es que más de jurado y más de dos se las ha visto y deseado para poder elegir una fotografía mediodecente porque no había dónde elegir. Y, claro, si no se presentan trabajos, pasa lo que pasa: hermandades que no convocan concursos, que encargan a algún artista e incluso algunas que prefieren no publicar nada.

Pero también hay mucha culpa en juntas de gobierno cobardes, que nunca se atreven a salirse del sota, caballo y rey; que prefieren la comodidad de lo conocido y no el riesgo de lo por conocer; que eligen jurados con poco conocimiento; y, además, que convocan concursos nada atractivos para los fotógrafos. ¿O acaso no es raro que la mayoría de esos carteles salgan del mismo obturador? ¿No hay más fotógrafos? ¿No hay más personas que se presenten?

Así pues, se juntan en algunos casos el hambre con las ganas de comer y al final se gastan un dinero en algo quizás innecesario, pero que si se hace por lo menos deseamos que nos llene de originalidad, de frescura y de buen gusto.

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