El esperado cartel

FITUR se ha convertido en el nuevo mantra de la Semana Santa en España. Es como las redes sociales: si no estás allí, no existes. El leitmotiv de FITUR es repetido una y otra vez por los alcaldes y concejales de todo el orbe español como si de allí fueran a traerse al propio Martínez Montañés en persona. Pero como entre todos hemos dejado que la Semana Santa y sus cofradías las manejen los políticos y no los cofrades, es lo que hay y ya no hay vuelta atrás.

Pero en esto (y no en otras cosas) Almería ha sido líder liderando la avanzadilla en Madrid. Ya son varios años en los que el cartel oficial de la Semana Santa de nuestra ciudad se presenta en enero para que pueda llevarse bajo una pobre tela burdeos a las naves de IFEMA, echarse unas buenas fotos con los concejales de turno y perderse en la memoria de los cofrades de a pie.

Y sí, saquemos pecho. Ahora nos copian hasta en Sevilla. Todos presentando carteles tras la carroza de Baltasar. No dan las redes sociales a basto para publicar, criticar, alabar o menospreciar los carteles que se han presentado este año en la primera quincena de enero. Málaga, Granada, Cádiz, Sevilla, Huelva, Córdoba, Jaén, Jerez, Lorca, etc. Todos a la carrera, porque ya que se presenta antes, mejor hacerlo el primero. Y en esto también hemos ganado: lo hemos dejado para el último, alejándonos de la vorágine de los pasados fines de semana. Se presentará el lunes 21, justo antes de subirse al interminable tren con dirección a Madrid.

Y ahora esperamos el cartel impacientemente. Porque al poco se nos olvida (a ver quién es el listo o la lista que se acuerda de cómo fue el de hace diez años), pero el debate intrínseco a la presentación es magnífico. Todos entendemos, todos opinamos, todos sabemos de pintura en las 48 horas posteriores a la presentación. Hacemos encuestas y nos da vidilla para pasar unos días a ver si llega ya la Cuaresma. Porque las presentaciones de carteles oficiales y demás se van adelantando, pero la Cuaresma llega cuando tiene que llegar, aunque quizás algún político ya esté pensando en adelantarla por el bien del turismo capitalino.

Se volverá a abrir el debate sobre pintura o fotografía. La primera llena el cartel desde 2014 (aunque con algunas aventuras en décadas anteriores), mientras que la segunda ha sido la protagonista en la mayoría de las ocasiones. Y se volverá a destapar el bote de si es mejor un concurso de pintura o un encargo directo; o si el concurso está bien como está. Y, por supuesto, volverá la joya de la corona: que si el cartel es una mierda o es maravilloso, que si siempre lo mismo o que original, que si rancio o atrevido, que si esto o que si lo otro.

Esperemos unos días a ver qué nos ha preparado el ubetense Pedro Líndez con la hermandad de la Caridad. Y empecemos inmediatamente a pelearnos.